Con la entrada del calor llegan los días de celebrar las comuniones. Sacramentos religiosos que todavía persisten en algunas familias donde los niños son los auténticos protagonistas.
No obstante, en el caso que nos ocupa, lo que debía ser motivo de fiesta y celebración se convirtió en una auténtica batalla campal. Varias patrullas de la policía tuvieron que personarse en el restaurante donde se celebraba el banquete por una brutal pelea entre los familiares. Una disputa que se originó por algo inofensivo y que se saldó con varios heridos.
Un cambio de música genera una brutal pelea entre familias
El domingo 12 de junio tuvieron lugar, en el mismo restaurante de la localidad valenciana de Xeresa, Gandía, la celebración de cuatro comuniones. Un gran número de familiares se dieron cita para festejar tan feliz acontecimiento sin ser conscientes de cómo terminaría.
Por lo general, una comunión suele ser un acto familiar y tranquilo plagado de niños dispuestos a pasárselo en grande. Y eso es lo que estaba sucediendo cuando, al filo de las ocho de la tarde, se desencadenó la tragedia.
Algunos miembros de dos de esas comuniones y vecinos de la misma localidad comenzaron una batalla campal. Una lluvia de golpes, insultos, gritos y forcejeos donde se vieron implicados varios de los presentes.
¿La razón? Algo tan simple como el cambio de música en el restaurante. Un cambio que no gustó a familiares de una de las comuniones y que comenzaron a increpar al resto a modo de protesta.
La reacción fue rápida. Una brutal pelea que comenzó con insultos y forcejeos, pero que terminó yendo a más como consecuencia del gran consumo de alcohol durante la celebración. Finalmente, una multitudinaria pelea frente a los ojos de niños y niñas allí presentes que no entendían qué estaba pasando.
Hasta ocho coches patrulla acudieron al lugar
El suceso provocó que el resto de los asistentes se avergonzaran de lo que estaba sucediendo en un acto donde debía reinar la paz y la armonía. Ante sus ojos estaba teniendo lugar algo increíble que no tenía justificación alguna.
Lejos de relajarse la situación, esta fue en aumento y algunos asistentes y responsables del restaurante llamaron al 112. Tres patrullas de la Policía Local se personaron en el establecimiento y, más tarde, se sumaron otras cinco de la Policía Nacional.
Los agentes se emplearon al máximo para calmar los ánimos y separar a los familiares implicados en un intento de evitar que volvieran a pelearse. Los esfuerzos dieron resultado y la calma regresó al local.
Junto a las patrullas de la Policía, también se trasladaron hasta allí los servicios de emergencias médicas para tratar a los heridos. El parte notificó un herido con cortes en la cabeza, la oreja y el cuello, como resultado de haberle roto un vaso en la cabeza.
El ejecutor de dichos daños fue identificado y detenido por la Policía Nacional. Además, durante la trifulca, un niño resultó herido tras recibir un golpe en la nariz y una mujer embarazada fue empujada al suelo.
Ninguno de los presentes e implicados tuvieron que recibir asistencia hospitalaria, salvo el hombre de los cortes que acudió por su propio pie. Tampoco fue detenido ningún invitado más a excepción del agresor que propició los cortes al otro individuo.
Sin duda, un suceso vergonzoso que pone en evidencia el lado más salvaje y primitivo de algunos, y que dice mucho de qué sociedad estamos creando.