Aunque los epidemiólogos no han sabido hasta ahora predecir con exactitud cuál será la evolución de la pandemia, sí hay algo que tienen claro desde el principio: la antigua normalidad no volverá hasta que se encuentre la vacuna contra el Coronavirus. Hasta entonces, las medidas de seguridad son el único remedio para convivir con el virus.
Decenas de proyectos en todo el mundo, con importantes farmacéuticas y financiación de los gobiernos detrás, están batiendo todos los récords de plazos para llegar primero a la patente. Sin embargo, el problema puede que no se acabe sólo allí.
La idea de que con la vacuna podremos volver a la vieja normalidad puede no ser del todo cierto. La decana de la Salud Pública en la Universidad de Washington, Hilary Godwin, lo tiene claro: «Esto no es pulsar un interruptor y ya de repente estamos todos a salvo y vacunados. Va a llevar tiempo». La pregunta es entonces cómo será esa nueva vida con la vacuna.
Para empezar, el hallazgo de una dosis contra el Covid-19 en tan poco tiempo genera muchas dudas a los expertos. Los expertos son escépticos respecto a la eficacia y la seguridad de un producto logrado en tiempo récord y advierten de que puede pasar como en el caso de la vacuna de la gripe, que hay muchas personas que acaban contrayendo la enfermedad.
También habrá que ver si la vacuna puede llegar a todo el mundo. Por ahora, los organismos internacionales repiten por activa y por pasiva que garantizarán el acceso masivo y universal a la vacuna, pero no ha habido tiempo material para asegurar que esta llegue a todos los rincones del planeta.
La mascarilla se queda
Además, aunque se encuentre la vacuna seguiremos llevando la mascarilla, sobre todo las personas más vulnerables. Así lo cree Godwin, que recuerda que a pesar de encontrar un remedio, el virus seguirá existiendo y algunas personas deberán seguir llevando la mascarilla.
Y algunas de las nuevas realidades se quedarán durante mucho tiempo, como el teletrabajo. La pandemia ha demostrado que se puede trabajar a distancia sin bajar productividad, y muchas empresas ya están implantando poco a poco ese sistema de forma permanente. Aunque lográramos volver a la vieja normalidad, algunas dinámicas de trabajo cambiarán para siempre.
Lo mismo sucederá con los grandes acontecimientos. Volver a la vieja normalidad no significará volver de la noche a la mañana a los grandes conciertos y eventos deportivos, a los cines, los teatros y los auditorios. Uno de los grandes retos para la nueva normalidad con vacuna será volver a atraer a la gente a esos espectáculos.
Secuelas psicológicas
En el mejor de los escenarios, con una rápida recuperación de la normalidad tras aparecer la vacuna, las secuelas psicológicas también serán muy profundas. La muerte de 700.000 personas en el mundo hasta hoy, y la pérdida de seres queridos o el cambio radical en nuestras vidas comportará profundas cicatrices sociales, culturales y mentales.
La pandemia ha demostrado que los sistemas sanitarios mejor preparados han resistido mejor las oleadas del virus. Por eso, de cara al futuro se invertirá más y mejor en sanidad pública para afrontar nuevas oleadas del Covid y otras pandemias.
Sin embargo, también es probable que aumenten las desigualdades. No sólo por el acceso en la vacuna en los países más pobres. En las sociedades desarrolladas, como España, los efectos de la crisis durarán años, y aunque aparezca la vacuna hay que prepararse para afrontar un panorama económico como no se veía en muchas décadas.
Finalmente, hay que mentalizarse de que el virus no desaparecerá con la vacuna. Esta ayudará a frenar el contagio, pero habrá muchas zonas que no la reciban y sectores de la sociedad reacios a ella. Para cuando esto ocurra, muchas cosas habrán cambiado para siempre.