Montaje fotográfico con dos fotos de Bruno, perrito que busca adopción en Barcelona

Bruno, el perrito que lleva 3 años buscando una familia: 'Nadie le quiere'

Bruno tiene 10 años, es algo gruñón y se lleva mal con otros perros y niños, lo que hace que le sea difícil encontrar una familia que le acoja

Las redes sociales pueden ser capaces de lo mejor y de lo peor, pero en esta ocasión están sirviendo para visibilizar una historia cuyo protagonista es Bruno, un perro que tiene 10 años de edad y que lleva 3 esperando una familia que le quiera y le cuide los últimos años de su vida. 

En este caso, el detonante para que se conozca su historia es una carta publicada en la sección 'El buzón del lector' de 'La Vanguardia', en la que explican cuál es la situación que viven muchos de esos perros, condenados prácticamente a morir en los refugios y protectoras de animales por su edad.

Según explica la misma carta, Bruno es un perrito mestizo de terrier, de raza pequeña, pesa apenas 7 kilos y tiene 10 años. De todos ellos, tres los ha pasado en la protectora Lliga per a la protecció d'animals i plantes de la ciudad de Barcelona. Bruno es un poco «gruñón» y miedoso con las personas, ya que su anterior familia no le trataba bien.

Bruno tampoco se lleva bien con otros perros, así que una protectora de animales no es el mejor ambiente donde pasar el resto de sus días, pero la carta advierte que tampoco es fácil convivir con él y no aconsejan a familias con niños que se fijen en él. Por ese motivo, a Bruno le está costando mucho encontrar un hogar donde le quieran y él pueda vivir tranquilo. 

De hecho, la carta incluso admite que Bruno puede llegar a dar algún que otro mordisco a sus nuevos propietarios, pero es consecuencia directa de los malos tratos a los que fue sometido 

El perro está siendo educado en la protectora y un profesional que trabaja con ellos se asegurará de que Bruno se adapte a su nuevo hogar, tratando sus problemas de adaptación para intentar conseguir que Bruno sea ese perro cariñoso que le alegre el día a su familia moviendo la cola y recibiéndolos cada día con mucho amor cuando lleguen de trabajar. 

Como él, esta y muchas otras protectoras están llenas de perros que ya tienen una edad y cuyas circunstancias les llevaron a tener un carácter difícil. Cada día, ven como otros perros más jóvenes que ellos se van a casa de sus nuevos dueños mientras ellos siguen esperando su momento, pero los trabajadores y voluntarios de este tipo de refugios son conscientes de que mientras más edad tiene el animal, más probable es que acabe pasando el resto de sus días con ellos. 

Si además se les suma que tienen dificultades para relacionarse con los humanos porque han sufrido mucho a su lado, la situación es incluso peor para ellos, razón por la que las protectoras intentan poner todos sus medios a disposición del perro y de sus nuevos amos. 

Adoptar animales de más edad o con problemas de adaptación, todo un reto

Pero este tipo de perros, de más edad o más gruñones que los demás, también tienen sus ventajas a la hora de convivir con personas que les den lo que necesitan. En el caso de perros mayores, suelen ser animales más tranquilos que los jóvenes, que no necesitan gastar tanta energía, y por lo tanto dependen menos de tener que darse largos paseos, aunque siempre son recomendables.

Además, los perros adultos en muchas ocasiones ya están enseñados por familias con las que hayan estado anteriormente, así que en principio tampoco hay que preocuparse de reeducarle para que no haga sus necesidades en casa o no se coma nuestros muebles. De hecho, hay personas que se dedican a adoptar a perros de muy avanzada edad para darles unos últimos años o meses de vida dignos, sabiendo que incluso pueden necesitar más cuidados, pero que de esta forma harán mejores sus últimos alientos. 

Para los perros con peor carácter la cosa es más complicada, porque las personas que les adopten tienen que tener claro que van a tener que batallar mucho con ellos para reeducarles y lograr que no estén tan a la defensiva, incluso agresivos. Son animales que tienen un pasado complicado con los humanos y que no han aprendido a confiar en ellos de la misma manera que otros. 

Por ejemplo, un movimiento brusco de las manos puede alarmar al perro e incluso hacerle creer que va a recibir un golpe, probablemente porque en su pasado recibió muchos, así que hay que actuar siempre con suavidad y ligereza ante ellos.