Alberto Sánchez, joven de 26 que mató a su madre y se la comió en Madrid

Alberto, el joven que se comió a su madre, solo pide una cosa: ‘Que me lleven ahí’

La Fiscalía pide 15 años y cinco meses de cárcel, pero él pide cumplir la condena en un centro psiquiátrico

Alberto Sánchez Gómez, conocido como «el caníbal de Guindalera», tenía 26 años cuando estranguló a su madre, troceó el cadáver y se comió sus restos. De esto dos años. Ahora, la Fiscalía pide 15 años y cinco meses de prisión, pero el acusado hace una petición al juez: «Quiero que me llevan a un centro psiquiátrico».

La Audiencia Provincial de Madrid inició ayer el juicio contra Alberto, acusado de matar a su madre y comérsela. Alberto y su madre vivían en el mismo piso del barrio de la Guindalera, en Madrid. El 23 de febrero de 2019 discutieron, se dijeron de todo, y él la acabó agarrando por el cuello con el propósito de acabar con su vida. 

Después de estrangularla tendió el cuerpo en la cama y empezó a cortar el cuerpo a trozos con una sierra de carpintero y dos cuchillos de cocina. Según el estremecedor relato de la Fiscalía, durante dos semanas se alimentó de los restos cadavéricos de su madre. Algunos trozos los guardó en recipientes de plástico en la nevera, y otros los tiró a la basura. 

Alberto ya acumulaba 12 denuncias por malos tratos contra su madre. La ausencia de María Soledad, de 66 años, motivó una denuncia a la policía que se personó en casa del acusado. Al preguntar por su madre, él respondió fríamente: «Sí, mi madre está dentro». Al entrar, los agentes fueron testigos de una escena que no olvidarán jamás. Alberto había matado a su madre, la había descuartizado y había guardado sus trozos en tapers. Los informes policiales aseguran que los experimentados agentes de policía acabaron vomitando al escuchar aquel relato. 

El joven había distribuido los recipientes con los trozos por toda la casa y se los iba comiendo con la ayuda de su perro Coque. Allí mismo, y con una frialdad pasmosa, el joven contó con pelos y señales cómo había matado a su madre y se la había ido comiendo en los días posteriores. Alberto fue inmediatamente detenido, y desde entonces se encuentra en prisión provisional desde el 23 de febrero de 2019.

Piden 15 años y cinco meses de cárcel

Ahora se enfrenta a un jurado popular en el que le piden 15 años y cinco meses por los delitos de homicidio y profanación de cadáveres. Además, el fiscal reclama una indemnización de 90.000 euros a su hermano. La estrategia de la defensa pasa por convencer al jurado de que Alberto no estaba en sus plenas facultades mentales, para evitar así la cárcel y permitir que cumpla la condena en un psiquiátrico. 

Desde que Alberto confesó los hechos no ha vuelto a hablar. Durante los interrogatorios en comisaría y ante el juez guardó silencio. Ayer se conformó el jurado y hablaron la acusación y la defensa. Hoy será su turno, la primera vez en la que se podrá escuchar su versión de los hechos, sus motivaciones y sus pensamientos. 

La mujer que puso la denuncia por la desaparición de María Soledad era una amiga suya, y manifestó que su hijo, con el cual vivía, «tenía problemas y era un poco raro». Dos días después de su arresto, la juez ordenó prisión provisional sin fianza y entró en el módulo de enfermería, donde dos presos «sombra» lo vigilaban día y noche para evitar que cometiera otra locura. Aquellos primeros días, los que convivieron con él ya pudieron ver los rasgos de una personalidad psicopática: era plenamente consciente de sus actos, y no mostraba ningún signo de arrepentimiento.

‘No existe cura para mi locura’

Lo único que conocemos hasta hoy de su versión es a través de las cartas que envió a un amigo desde el penal de Alcalá-Meco. El Español ha revelado su contenido: «Estaba mal hace mucho tiempo y me refugié en las drogas. Llevaba mucho tiempo oyendo voces y teniendo alucinaciones. Espero que me lleven a un centro psiquiátrico después del juicio».

Antes de cometer semejante atrocidad, Alberto había estado ingresado tres veces en psiquiatría. Fueron períodos cortos, tras los cuales pedía el alta voluntaria y se iba a casa. Como una funesta premonición, días antes del asesinato colgó en Instagram un vídeo en el que se marcaba un rap: «Pasenado al perro como un cencerro. No sé la mierda que digo, pero si te quiero hundir te entierro. Cocinando ternera para perder la cordura, pollo dulce, mentre dura, no existe cura para mi locura».